Abraham y Sara pensaron que Dios necesitaba una «ayudadita» para cumplir su promesa de darle un hijo a Abraham. El resultado fue que de la esclava Agar nació Ismael y luego de éste naceria el pueblo que por excelencia es enemigo de Israel.
Rebeca, la esposa de Isaac, también pensó que necesitaba darle una «ayudadita» a Dios para que Jacob recibiera la bendición de primogenitura. El resultado fue que sus hijos casi se matan entre sí y nunca más en su vida volvió a ver a Jacob, su favorito.
Dios NO necesita «ayudaditas» de nosotros para cumplir con Sus promesas, simplemente Él en Su bondad irá tejiendo todo para Su propia gloria y al final, para nuestro propio bien. Podemos confiar y descansar en Su carácter bueno y justo.
«Inclina mi corazón a tus testimonios…»
Salmos 119:36a