«Por eso pido tu ayuda, SEÑOR,
tú eres mi refugio;
eres todo lo que tengo en este mundo.»
Salmos 142:5 PDT
Dios es el lugar de mi seguridad, Él es mi refugio, a quién pido ayuda y compasión porque sé la clase de pecador -perdonado- que soy. Dios es a quién le cuento mis quejas y angustias. A pesar de Su Santidad Él no me juzga, al contrario, me da oportunidades…
Meditaba esta mañana que así es como yo debería ser con los demás: una persona que no juzga, que es paciente, que ama, que ayuda y que guía. Como Jesús es.
El único problema con eso es que honestamente no soy así, más bien me fluye todo lo contrario, así que: ¿Qué voy a hacer para cambiar? Se me ocurren las siguientes cosas prácticas:
- Antes de juzgar buscaré entender.
- Antes de perder la paciencia recordaré Su paciencia para conmigo.
- Antes de ser áspero y desinteresado voy a pensar que a Él le importa la gente.
- Antes de querer ser servido voy a buscar servir a otros.
- Antes de querer guiar voy a recordar Sus principios y aconsejaré en base a ellos.
Todos deberíamos tener un refugio a quién acudir tanto en el cielo como en la tierra.