Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
Apocalipsis 19:4
Me encantan los 24 ancianos. De verdad, me encantan. Ellos tienen sus tronos al lado del trono de Dios en el cielo (Apocalipsis 4:4) ¡Cómo si eso fuera poca cosa!
Y se despojan de sus coronas y salen de sus tronos y se postran ante Dios rendidos en adoración y gratitud ante el Creador que vive para siempre.
Yo quiero ser así: No quiero tener una corona a la que ame más que a Dios ni tampoco un trono al cual aferrarme en mi mente… Porque el único digno de toda adoración es el SEÑOR, amén.