«Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. [..] Entonces dijo Sara: Dios me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo.»
Génesis 21:2, 6
En Génesis 18 Dios hizo la promesa que en aproximadamente un año Sara daría a luz a un hijo y también en ese pasaje se registra que Sara también se rió al escucharla:
«Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?»
Génesis 18:12
La primera impresión que da la situación es obvia, falta fe en ella al escuchar algo que suena imposible y de hecho la respuesta de Dios fue haciendo la pregunta: «¿Hay algo difícil para Dios?».
Pero, antes de juzgar pensemos un poco en Sara: una mujer que llevaba 15 años aproximadamente esperando la promesa, que era estéril y que de hecho ya había dejado de menstruar. Hasta su sierva Agar había dado un hijo a Abraham pero ella no…
Honestamente en su situación escuchar lo que escuchó merece una risa de incredulidad… ¡Pero así somos nosotros!
Sí nos dijeran algo como:
– Vas a tener un excelente trabajo.
– Vas a mantener buenas relaciones con tus padres / hermanos(as) / hijos(as).
– Vas a casarte bien.
– Tal miembro de tu familia va a aceptar a Cristo como su salvador.
– Vas a salir de deudas y tendrás finanzas saludables.
– Vas a multiplicarte en varios discípulos.
Posiblemente y siendo honestos, también reiríamos. Pero, la respuesta de Dios, seguramente sería la misma: «¿Hay algo difícil para Dios?»
Ahora en este punto es importante mencionar algo que dijo Dietrich Bonhoeffer: «Dios cumplirá TODAS sus promesas, no todos nuestros deseos…» se trata de eso, de creer que en efecto Dios tiene el poder y soberanía de cumplir Su Palabra.
¿Qué hacer entonces?
Busca una promesa Suya y creela.
Obedece Su Palabra.
Espera en oración.
Comparte tu bendición cuando la recibas.
Tu situación imposible de hoy puede ser tu bendición de mañana.