Sí hay un aspecto clave en la vida de todo líder cristiano, además de su relación vertical con Dios; es sin duda su pureza. Clave, clave, clave. ¡Principalmente porque la verdad es muy sencillo ensuciarse! Hay tantas maneras; ¿No me crees? Pues vamos a verlo más de cerca…
Pureza y contaminantes
En Levítico 15 encontramos un texto donde Dios le habla al pueblo de Israel sobre las impurezas físicas y vamos a tratar de hacer un puente entre ese pasaje y nuestra vida hoy en día.
Este capítulo hace mención de 3 tipos de “contaminados”: el hombre que tuviere flujo y/o emisión de semen, así como la mujer con flujo de sangre o menstruación.
Estos 3 casos repiten el hecho que todo lo que toque el contaminado, ya sea sillas, mesas, camas, etc.; queda contaminado. Es decir: el contaminado, contamina; pero no sólo eso, miremos un detalle más:
“8 Y si el que tiene flujo escupiere sobre el limpio, éste lavará sus vestidos, y después de haberse lavado con agua, será inmundo hasta la noche.”
Levítico 15:8
Esta figura de “escupir” es interesante porque, por ejemplo, imagina que estás cayendo de forma frecuente en el pecado de la murmuración y te llenas de malos pensamientos contra algo o alguien. Más pronto de lo que crees comienzas a “escupir” tu murmuración y puedes hacer caer en chisme a otra persona que tal vez estaba tranquila.
Voila, en ese caso tú, mi amigo, habrás contaminado a otro.
Sí, lo sé, usualmente cuando uno piensa en pureza lo relaciona con temas de índole sexual y es correcto; pero en la práctica un chisme o una murmuración delante de Dios nos ha contaminado igual.
Liderazgo y Pureza
Ahora bien, en Números 18 se habla largo y tendido sobre las responsabilidades de los sacerdotes y levitas, que más o menos vendrían a ser el equivalente de un líder cristiano de hoy en día.
Casi al final del capítulo dice algo realmente intrigante:
“29 De todos vuestros dones ofreceréis toda ofrenda a Jehová; de todo lo mejor de ellos ofreceréis la porción que ha de ser consagrada. […] 32 … y no contaminaréis las cosas santas de los hijos de Israel, y no moriréis.”
Números 18:29, 32b
¿Sabes algo? El líder cristiano a diferencia de un creyente normal, por decirlo así; tiene la triste oportunidad de contaminar la ofrenda de otro.
En el contexto de Números 18 y al día de hoy es igual, los creyentes traen sus ofrendas para Dios de diferentes maneras: a veces en dinero, otras veces en tiempo, servicio, poniendo de su talento en la obra, etc.; pero el responsable delante de Dios de administrar eso es el líder espiritual.
Sí el líder cristiano está contaminado, contamina las ofrendas de otros. Esa es una realidad bien triste, y peligrosa a la vez.
Una anécdota para finalizar…
Hace pocos días me paso algo relacionado con este tema: este último año por la gracia de Dios estoy como diácono responsable del Ministerio de Teatro de mi Iglesia local y estábamos trabajando con buen ánimo en una obra de teatro para una de nuestras reuniones generales.
Lamentablemente ya para el momento de revisarla por alguna razón no halló gracia en los ojos de las personas que la vieron y se tuvo que posponer, lógicamente me hizo sentir un poco mal porque según yo todo iba bien y no veía razón para posponerla…
Un día después de saber la noticia me encontré con Números 18 y meditando en ese pasaje caí en cuenta que llevaba varios días murmurando de una situación que me hacía sentir incómodo en mi trabajo; y pues no había visto como pecado esa murmuración hasta que Dios me lo hizo ver y con claridad comprendí que yo estaba contaminando la ofrenda de todos mis hermanos de Teatro.
Me sentí como cucaracha. La verdad es que ser líder tiene mucho más responsabilidad que privilegios.
Le di gracias a Dios porque no permitió que saliera algo que no iba a ser agradable ante Sus ojos, porque ¿De qué serviría eso?
Conclusión:
Un líder cristiano, delante de Dios, tiene mucho mayor responsabilidad sobre su pureza que una persona normal…
¿Se te ocurre alguna idea adicional que compartir? ¡Cuéntanos en los comentarios!
¡Dios te bendiga querido(a) amigo(a)!
Marcos Zúniga