Alguna vez te has preguntado: ¿Qué querrá Dios de nosotros como líderes de Él? ¿Cuál será Su prioridad con nuestras vidas? ¿Qué obtengamos grandísimos resultados para Él o que tengamos un liderazgo obediente a Él? Claro que podemos tener las 2 cosas al mismo tiempo, pero, si Dios sólo pudiera escoger una, ¿Cuál sería?
Hace unos días uno de mis hermanos que Dios me ha dado el privilegio de ayudarle en su proceso de convertirse en un discípulo de Jesús me comentó algo que me dejo pensando, fue algo así como:
– Marcos, me siento como un fracasado espiritual, es decir, no veo frutos, no tengo el cargo que creí que tendría como líder, ni la influencia ministerial, no sé, me siento mal…
Al verlo así, tan sinceramente frustrado, noté claramente como en nuestras iglesias muchas ideas del mundo han penetrado sutil y profundamente; una de ellas es la idea de éxito. Entonces le pregunté a mi amigo:
– “¿Cuál es tu idea de éxito…?“
– Vos sabes, tener un grupo de crecimiento, varios discípulos, un ministerio influyente, etc.,
– “¿Me permites describirte una idea distinta de éxito?”
– ¿Sí…?
Bien, esto es algo que quiero compartir contigo también, mi idea bíblica de éxito es la siguiente:
“Éxito es hacer lo que Dios quiere, cómo Dios quiere, cuándo Dios quiera.”
~ Marcos Zúniga
Esa idea la obtuve un día mediando el siguiente pasaje:
“David tenía éxito porque el SEÑOR estaba con él.”
1 Samuel 18:14 PDT
Un Liderazgo Obediente
Vivimos en un mundo que alaba los Resultados, de hecho uno de los paradigmas de planificación más populares en los gobiernos de América Latina es la Gestión Basada en Resultados; nadie alaba el esfuerzo, ni las ganas ni mucho menos las buenas intenciones, sólo importan los resultados. El mundo suele ser un poco cruel con eso…
¿Será posible acaso que en nuestras iglesias ese modelo de liderazgo haya penetrado tanto al punto de olvidarnos de la obediencia y el amor y consideremos solamente un líder exitoso aquel que tiene grandes resultados? Pues parece que sí…
Consideremos a uno de mis personajes favoritos de la Biblia: al gran profeta Jeremías.
Sabes algo, Jeremías no fue muy popular. No lo fue en su tiempo y parece que tampoco lo es ahora… En resumen Dios le dijo una y otra vez: “Jeremías, ve y dile esto a mi pueblo… haz esto… advierte esto…”
Y Jeremías lo hizo, a pesar que eso le costó no ser muy querido, perder dinero comprando una propiedad sin ningún tipo de futuro e incluso en una ocasión lo metieron preso en una cisterna por mucho tiempo… Gracias a que NO le hicieron caso, el pueblo se metió en problemas pidiendo ayuda a Egipto en lugar de rendirse…
Pero, Jeremías hizo lo que Dios quería, cómo Dios quería y cuándo Dios quería. Por eso Jeremías es mi héroe. No me importa que no fuera tan popular, yo quiero ser como él cuando sea grande.
Un Liderazgo Exitoso
El problema al final es de enfoque: ¿Cuál es tu enfoque? ¿Persigues resultados o persigues obedecer cada día más a Dios? Te diré algo: Dios de verdad es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o incluso podemos entender; así que, ¿Porqué afanarse tanto creyendo que los resultados dependen de uno?
Un liderazgo obediente es un liderazgo exitoso porque tarde o temprano tendrá el siguiente resultado: darle la gloria a Dios.
Puede ser que pienses: “Hey, pero si me enfoco en obedecer, ¿Descuidaré mis objetivos?” No necesariamente pero si es posible que esos objetivos cambien… ¡Pueden ser mejores!
Algunos objetivos que deberíamos tener son:
- Ir y hacer discípulos(es mucho más que evangelizar…)
- Amarnos los unos a los otros(aunque nos cueste, porque si no no tiene gracia…)
- Cuidar la unidad de Su Iglesia(ya que alguien está tratando de destruirla por ahí…)
- Perdonarnos los unos a los otros(eso es más que necesario…)
La dinámica es más o menos la siguiente: me ocupo en obedecer a Dios, Él se encarga de hacer crecer Su Iglesia… ¿Quién mejor que Él?
Reto
Decide ser un líder obediente, confiando en Dios en cada decisión; hazlo para Él, para Su gloria.
¡Dios te bendiga querido amigo!
Marcos Zúniga