He escuchado a muchas personas que dicen: “¡Cómo me gustaría ser millonario!”, pero la pregunta que se me viene a la mente inmediatamente es: ¿Para qué quieren serlo?, si tú quieres ser millonario no lo critico, pero te animo a que te hagas esa pregunta con sinceridad.
“»No vivan pensando en qué van a comer, qué van a beber o qué ropa se van a poner. La vida no consiste solamente en comer, ni Dios creó el cuerpo sólo para que lo vistan.”
Mateo 6:25 (TLA)
Ya sea porque necesitamos dinero para vivir o porque piensas que con más dinero se solucionarían todos tus problemas, o quizás es divertido para ti pensar en formas de ganar dinero, o posiblemente tienes muchos deseos de comprar cosas con dinero. Lo cierto es que, todos (o al menos la gran mayoría) desearíamos en alguna medida tener más dinero.
Incluso las personas más millonarias del mundo necesitan más dinero para seguir expandiendo sus empresas, sí, aunque no lo creas, no existe una empresa que diga: “Sí nosotros queremos, podemos estar en todos los países del mundo en un mes…”, una de las leyes de la Economía es precisamente esa: los recursos siempre son limitados. Todos tenemos deseos y que a la vez podemos satisfacerlos en alguna medida, pero es imposible satisfacerlos por completo en un tiempo “muy corto”.
Hace unos pocos días leí esta historia a manera de ilustración y de entrada me pareció fenomenal, así que deseo compartirla y espero que podamos sacar conclusiones interesantes de ella:
Historia de “El americano y el pescador”
Un banquero americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño, cuando llegó un botecito con un solo pescador; dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño, el americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado pescarlos. El pescador respondió que sólo un rato…
El americano le preguntó que por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado. El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
El americano le preguntó qué hacía con el resto de su tiempo.
El pescador dijo: “duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora, voy todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos, por lo tanto tengo una vida agradable y ocupada.”
El americano replicó: “soy de Harvard y podría ayudarte; deberías gastar más tiempo en la pesca y, con los ingresos, comprar un bote más grande y, con los ingresos del bote más grande, podrías comprar varios botes; eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros.
En vez de vender el pescado a un intermediario, lo podrías hacer tú en forma directa a un procesador y eventualmente abrir tu propia procesadora.
Deberías controlar la producción el procesamiento y la distribución.
Deberías salir de este pueblo e irte a la Capital, donde manejarías tu empresa en expansión”.
El pescador le preguntó:
– “¿Pero cuánto tiempo tardaría todo eso?”
A lo cual respondió el americano:
– “Entre 15 y 20 años“.
– “¿Y luego qué?“, preguntó el pescador.
El americano se rió y dijo que esa era la mejor parte. “Cuando llegue la hora deberías vender las acciones de tu empresa al público. Te volverás rico… ¡¡tendrás millones!!”.
– “Millones… ¿y luego qué?”
“Luego te puedes retirar, te mudas a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, ir todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocar guitarra con tus amigos“.
Y el pescador respondió: “¡¿Y acaso eso no es lo que ya tengo?!”.
– Fin…
¿Así que quieres ser millonario?
Respecto a esta historia se me vienen muchas cosas a la mente, no significa en ningún momento que Dios no bendiga tu trabajo, sí es que eres diligente haciéndolo, hay promesas en la Palabra de nuestro Padre acerca de que el trabajador diligente será prosperado, pero lo cierto es que tampoco debemos afanarnos por el dinero, ¿o es que nuestro valor como personas solamente depende de eso? ¡Tú NO vales lo que tienes, tú vales lo que eres!
Así que, la enseñanza aquí es aprender a equilibrar nuestras vidas. Dios es un Dios de orden y de paz. Él desea que prosperemos en base a nuestro trabajo honesto y diligente, pero también desea que vivamos una vida para Él, que el amor al dinero no sea el motor que impulse nuestros días, sino más bien el amor por Dios y por nuestros semejantes.
Otro aspecto importante a seguir es el valorar las cosas que ya tenemos, puede ser tu familia, tus posesiones actuales, tus logros, tu fe. Dios ya nos ha dado muchísimo más de lo que merecemos, así que disfrutemos de todo lo que ya hemos recibido inmerecidamente. Podemos comenzar por agradecer el hecho de vivir este día.
“»Miren los pajaritos que vuelan por el aire. Ellos no siembran ni cosechan, ni guardan semillas en graneros. Sin embargo, Dios, el Padre que está en el cielo, les da todo lo que necesitan. ¡Y ustedes son más importantes que ellos!”
Mateo 6:26 (TLA)
Otro más:
“El que desea tener sin trabajar,
al final no consigue nada;
¡trabaja, y todo lo tendrás!”Proverbios 13:4 (TLA)
Cierro con esta conclusión a la que llego con todo esto:
“La felicidad no es un fin a alcanzar, mas bien es un camino por el cual podemos andar.”
¡Qué Dios te bendiga querido(a) amigo(a)!
Marcos Zúniga