«Las columnas del cielo tiemblan,
Y se espantan a su reprensión.»Job 26:15
Hace unos días pasé por ese texto en el libro de Job y me quedé pensando un buen rato en el concepto de una columna; recordé varias de hecho, quizás porque últimamente en la ciudad donde resido hay sendos proyectos de infraestructura.
Pensé también en las columnas que sostienen edificios de gran tamaño, son columnas de gran diámetro y suelen ser profundas; en definitiva edificaciones super fuertes.
Tal vez en alguna ocasión has podido ver cómo quedan grabadas por las cámaras de seguridad de los edificios cuando hay terremotos; a veces se puede ver como literalmente las columnas tiemblan producto de la fuerza de las placas tectónicas moviéndose debajo de la tierra.
Ahora bien, pensar en ese cuadro de columnas del cielo temblando de Job me recordó la escena descrita a continuación:
Columnas temblorosas…
«Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo.»
Isaías 6:4
Cuando el profeta Isaías narra la famosa escena en donde él dice «Heme aquí, envíame a mí»; describe también en el verso 4 como ante la voz de Dios las puertas del cielo se estremecieron.
Sólo ante Su voz, nada más.
Entonces, quiero pedirte por favor que consideres conmigo lo siguiente:
Sí las columnas del cielo, que han de ser de lo más resistente que hay, tiemblan ante Su voz; ¿Por qué nuestros corazones no tiemblan al escucharle?
- ¿Por qué cuando Dios nos dice que hay que perdonar y sabemos que Él sabe de quién estamos hablando, nos da igual?
- ¿Por qué cuando Dios nos dice que dejemos «X» o «Y» relación, que está dañando nuestra santidad, nos da igual?
- ¿Por qué cuando Dios nos dice que vayamos y hagamos discípulos, para darle honra a Su Nombre, nos da igual?
- ¿Por qué cuando Dios nos dice que nos manda a amarnos los unos a los otros, nos da igual?
Considero que solamente hay una razón, es porque tenemos el corazón endurecido.
Corazones endurecidos…
«Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Jehová; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.»
Isaías 66:2
Dios es el que dice en Su Palabra que va a fijarse en el que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a Su Palabra; ¡Él dice eso!
Una persona pobre y humilde de espíritu es aquella alma que sabe que no tiene nada de valor espiritual de su parte y que necesita para todo a Dios, que reconoce su pobreza e incapacidad de tener algo de valor para intercambiar y por lo tanto está apto para recibir y disfrutar por gracia el amor de Dios.
(Eso no tiene nada que ver con una condición socio-económica).
Pero, además, Dios añade algo al final: esta persona tiembla a Su Palabra.
Muchas veces Dios nos envía Sus pruebas pero para lograr quebrar ese corazón endurecido, y va a seguir haciéndolo hasta que estemos tan suavecitos que temblemos ante Su Palabra.
Y ahora tú, querido (a) amigo (a) ¿Te sigue dando igual…?
Despedida
En lo personal quiero ser así, como las columnas y puertas del cielo, quiero disponer un corazón que tiemble cada día ante Su Palabra.
Dios te bendiga, querido amigo.
Marcos Zúniga