Gracias por nacer en Belén, mi Cristo.
Elegiste venir al mundo en un sencillo pesebre del pueblo más insignificante de la nación más pequeña, para enseñarme que la mansedubre y la humildad en el corazón son los valores más importantes que podría desarrollar.
Gracias por nacer en Belén, mi Cristo.
Porque nadie como Tú pudo venir a este mundo como el majestuoso Rey Imperial que eres, pero decidiste venir como un tierno y angelical bebé para mostrarte cercano para todos.
Gracias por nacer en Belén, mi Cristo.
Porque los primeros invitados a verte pudieron ser los reyes más importantes de La Tierra, pero quisiste que fueran humildes pastores que estaban arropados por el frío de la noche y luego fueron llenados por tu gozo.
Pero, sobre todo, gracias por nacer en Belén, mi Cristo.
Porque naciste para vivir una vida sin tacha y luego de recorrer la vía dolorosa morir en la cruz con el objetivo de perdonar todos nuestros pecados, para que gratuitamente, por gracia por medio de la fe nos dieras salvación y vida eterna.
Gracias por nacer, nacer para morir;
Morir para resucitar, resucitar para ascender;
Ascender para volver…
Aquí te esperamos mientras tanto:
¡Gracias por nacer en Belén, mi Cristo!